Acabo de caer en que hace mucho que no escribo y que ultimamente pienso demasiado en posibles entradas ( y no, no me refiero a la de las fiestas de nochevieja), así que allá voy. Buceemos juntos entre palabras que intentaré tengan, aunque sea, cierta coerencia.
Mi relación con los animales siempre ha sido un poco guadiana, ahora me gustan, ahora no, ahora sí, ahora no, uy, ¡que salmandra mas chula!, ¡ay madre una serpiente!, me haré una foto con la serpiente en los hombros...
Creo que ahora estoy en la etapa mixta, la de jamón y queso, vamos que no tengo decidido si me gustan todos o solo unos pocos, pero sí tengo una cosa clara, los perros felices solo me caen bien en verano, eh... Srta. Aristas, ¿solo en verano? Pues sí, qué pasa, en invierno me caen mal, es que... ¡los perros tienen cola! Sí, sí, me caen mal porque tienen cola, y pensad ¿qué hacen los perros felices? Pues mover su estupenda cola de izquierda a derecha generando un vientecillo, que aunque en verano es muy agradable, en invierno, no.
Es posible que os estéis preguntando que en qué momento un perro me puede "abanicar". Algunos estaréis pensando: vale, la Srta. Aristas tiene perro y éste es demasiado feliz por lo que todas las mañanas la despierta con una brisilla fría.
Pues no, es más os he de preguntar: ¿por qué mi perro iba a despertarme mostrándome su culo? Recordad, la cola está en el trasero. Me asusta esa idea, poder despertarme un día y lo primero que vea sea el culo de mi perro, en serio, es algo que me aterra profundamente. Bulldog francés. Los que conozcáis esta raza sabréis a qué se debe mi terror, para los que no, os explico un poco cómo es este tipo de perro; no tienen cola, vamos, tienen, pero muy muy chiquitita, poderíamos decir que es una especie de muñoncete que se mueve pero no genera, afortunadamente, aire. El problema está en otros "aires" que sí genera. Éste aire, que también tiene su origen en la parte trasera, huele, mal, muy mal, rematadamente mal, huele tan mal, que podría ser catalogado como arma biológica de destrucción masiva.
Ahora, dicho ésto, volvamos la vista atrás, justo en el momento en el que nos despertamos y... ¡madre de Dios, el culo de perrete en nuestra cara! Qué, a qué asusta, ¿eh?, pero tranquilos, mi cama es alta, su culo no llegaría a mi cara ni en sus mejores sueños.
Continuemos con el viento de cola, el de los aviones no, el de los perros. El perro feliz que me martiriza es el de mi tía. Este perro es tan extremadamente feliz que cada vez que ve a algún miembro de la familia, ya sea animal o persona, mueve la cola, y le da exactamente igual que tú estés sentada en el sofá muerta de frío, él seguirá siendo feliz, y seguirá moviendo su cola, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Este perro podría trabajar en rodajes de videoclips, como ventilador, su cola sería la razón por la que esos cabellos ondean seximente al viento mientras las cantantes nos muestran el resultado de jornadas interminables de gimnasio y tratamientos de belleza.
En fin, enfocaré todo esto de las colas-abanicos desde un punto de vista optimista: sólo quedan siete meses para que adore ese movimiento canino.
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